Los animales estamos dotados por distintos órganos de los sentidos que nos permiten darnos cuenta de lo que hay a nuestro alrededor e interactuar con nuestro entorno de acuerdo a nuestras capacidades físicas, cognitivas y a lo que hemos aprendido a hacer hasta ese momento, tal como comunicarnos con los demás, ya sean de nuestra propia especie o no. Generalmente, los mamíferos nos comunicamos de manera visual mediante gestos faciales, movimientos de alguna parte específica de nuestro cuerpo (p.ej. mover la cola en señal de alegría (perros), alzar las manos en señal de rendición (humanos)), secreciones químicas, contactos físicos y acicalamientos, y sonoramente al emitir sonidos de manera articulada con el fin de emitir un mensaje en concreto, como el aullido de un lobo llamando a su manada.

En nuestro caso, gracias a nuestro complejo desarrollo cerebral y cognitivo, logramos desarrollar el lenguaje verbal y posteriormente escrito, que nos permite comunicar ideas y pensamientos de manera única dentro de las especies animales que habitamos la tierra. Sin embargo, otra manera quizá menos conocida que tenemos todos los animales para comunicarnos es la intuición y a través del profundo sentir compasivo que se da cuando conectamos de corazón a corazón con los demás. Esta conexión nos permite entablar comunicación a partir de lo que sentimos en las distintas situaciones en las que se ve envuelta nuestra vida.